Las artesanas pilagá realizan un trabajo muy fino de cestería con la hoja del carandillo (Trithrinax schizophylla Drude). Esta arecácea crece en el monte del centro-oeste del territorio formoseño, donde las mujeres se internan en grupos para cortar sus hojas centrales y tras desfibrarlas, secarlas al sol.
Las artesanas pilagá realizan un trabajo muy fino de cestería con la hoja del carandillo (Trithrinax schizophylla Drude). Esta arecácea crece en el monte del centro-oeste del territorio formoseño, donde las mujeres se internan en grupos para cortar sus hojas centrales y tras desfibrarlas, secarlas al sol.
Una vez convertidas las hojas en cintas o hilos, comienza el diseño de paneras, centros de mesa, portamacetas, costureros, cestas, canastos con asas, posafuentes, sobres, carteras y todo objeto cultural que la fibra permita y el cliente solicite.
Las artesanas combinan en ellos dos tramas básicas: la abierta hecha con la torcedura de un manojo de carandillo; y la cosida, lograda con un haz de menor gramaje unido mediante una aguja de colchonero con una hebra más verde de la misma fibra. Sobre ambos procedimientos básicos, se observan nuevas búsquedas de formas y detalles: cruces de hojas lisas, trenzas verticales, formas alternadas de costura romboidal, entre otras. De esta manera, se evidencia la evolución de una actividad femenina ancestral. La cestería pilagá sorprende al mutar desde el círculo básico a formas rectangulares; desde un canasto de carandillo a otro idéntico logrado con botellas de plástico desfibradas, desde una pequeña panera a un moisés de tamaño estándar, sólido y pesado.
Los pilagá (en su idioma: pit´laxá) son los pueblos más antiguos del actual territorio formoseño, como los qom y wichí. Junto a los abipones, mocovíes y qom, vivieron desde el siglo XVI ?río Pilcomayo de por medio- frente a lo que hoy es la República del Paraguay.
Son de estatura alta y complexión fuerte, con rasgos faciales bellos: ojos grandes y levemente rasgados, nariz pequeña y labios carnosos. Su cabello extremadamente lacio y negro armoniza con la tez tersa y cobriza.
Según el último censo del INDEC (2010) suman entre 8.000 y 9.800, distribuidos en diecinueve comunidades en el centro de la provincia de Formosa, aunque algunos viven también en Chaco. Las comunidades formoseñas donde habitan son:, barrio Qompí Juan Sosa (en Pozo del Tigre), Ayo La Bomba, El Simbolar, Oñedí, Km. 14, Campo del Cielo ( cercanas a Las Lomitas); localidad de Bartolomé de las Casas (compartido con los qom), Cacique Coquero, Colonia El Calaudillal, El Descanso; barrio Juan Baustista Alberdi de Estanislao del Campo; La Línea, La Yolita o Ceferino Namuncurá, Laqtasatanyi, Pozo de los Chanchos, Pozo Molina, Pozo Navagán, San Martín II e Ibarreta. También existen pequeños clanes en la capital de Formosa.
Las agrupaciones de los clanes se forman principalmente en zonas rurales, con sus líderes naturales o comisiones vecinales. Hoy cuentan con la Ley Integral del Aborigen de Formosa Nº426, que les permite gestionar los títulos de propiedad de las tierras en forma comunitaria, entre otros beneficios.
Antiguamente fueron cazadores y recolectores de frutos de algarrobo, chañar, mistol, tuna y molle. Pero la cosmovisión de civilización y barbarie de fines del siglo XIX y mayor parte del XX los expulsó de su propio lugar y al mismo tiempo no los incluyó en el nuevo sistema.
Como todas las etnias, han sufrido el proceso de aculturación impuesto por la sociedad dominante pero actualmente hay un fuerte y creciente proceso de recuperación de su cultura. En su mayoría, han adoptado la religión cristiana no católica.
Las organizaciones que se consolidan son reconocidas jurídicamente como asociaciones civiles o comunitarias, una de ellas es la Federación Pilagá, que sirve como espacio de reflexión, intercambio y capacitación. Además funciona como canal de acción entre las diferentes comunidades y de experiencias conjuntas.
Por la aculturación, el contagio de enfermedades del ?hombre blanco,? desconocidas para los indígenas, tales como la tuberculosis y la viruela concurrían hasta hace poco a su ?Pio oxonaq?; sin embargo la acción de este médico natural no resulta satisfactoria, ya que la pérdida y contaminación del mundo natural, hacen que sus prácticas no den resultado. A partir de ello, actualmente las comunidades cuidan su salud con la medicina occidental: tienen agentes sanitarios y mediadores bilingües con conocimientos básicos de primeros auxilios, que ofician de intérpretes entre enfermo aborigen y médico. Hacen visitas domiciliarias, dan consejos y asistencia de sanidad, alimentación e higiene. También se hacen encuentros de intercambio y capacitación de parteras tradicionales para rescatar sus antiguos métodos naturales.
La lengua pilagá
Su lengua forma parte de lafamilia lingüística mataco-guaycurú.[] Afortunadamente, los pilagá la mantienen dentro del grupo y la transmiten a los hijos, además de hablar y escribir el castellano fuera del ámbito familiar. Existe un exhaustivo trabajo de Alejandra Silvia Vidal, llamado La carta de Colón (Nede So? Colon), con edición, introducción, transcripción y notas de Juan José Antequera Luengo (Huelva: Facediciones, 2008). El libro se enmarca dentro de una investigación sobre la morfosintaxis del pilagá y los ejemplos fueron provistos en su totalidad por hablantes nativos: maestros y maestras especiales de modalidad aborigen (MEMAS), ancianos y mujeres de la comunidad de barrio Qompi, Julio Suárez (Campo del Cielo) y Alberto Navarrete (Laqtasatanyi).[1]
Respecto de ello, es aspiración de los estudiosos extender esta reflexión de la lengua originaria a sus propios hablantes, mediante la integración de su escritura y estudio gramatical.